Nunca olvidaré aquella Navidad. Los días previos fueron de mucho ajetreo. Incluso hicimos la cena con todos los niños. Dentro de la campaña de Navidad, solicitamos familias que quieran acoger durante las fiestas a algún niño. Normalmente se van todos, unos a casas particulares y otros, los que están más enfermos al hospital. El personal del centro necesitamos un pequeño y merecido descanso. A partir del día veintidós comienzan a aparecer las familias y a desaparecer los niños. El veintitrés por la mañana acude el hospital a por los enfermos. Mariana controla todo ese ajetreo de peticiones, autorizaciones y demás. Pero ayer, se puso enferma y no vino a trabajar, le encomendaron la tarea a Sonia, la nueva.
El día veinticuatro el centro estaba vacío. Yo me quedé porque tiene que haber alguien de guardia y ese año me tocó la lotería.
Recorría los pasillos y las instalaciones del centro con la radio puesta oyendo música en medio de los machacones villancicos. Tenía que cerciorarme de que todo estaba cerrado: puertas, ventanas y llaves de paso de gas y agua. Esa era la rutina antes de cerrar hasta después de Reyes.
Al pasar por la enfermería vi que había una cama deshecha. Algún crío se ha ido sin hacerla. Ya nos encargaremos de él cuando volviéramos. Cerré la puerta y me encaminé hacia el despacho para dejar las llaves, apagar las luces, coger mi chaqueta y cerrar.
Apenas había recorrido cinco metros cuando escuché unos pasos muy leves que se me iban aproximando lentamente. Enseguida me vino a la mente las historias que habíamos comentado entre los compañeros sobre apariciones y fantasmas en aquella vetusta edificación. Se me erizaron los pelos del cogote y, con más miedo que interés, me volví poco a poco y vi a Julito, el niño con SIDA, con sus manchas en la cara. Parecía un espectro con aquel pijama que le venía enorme. No pesaría más de veinte kilos a sus once años cumplidos. Llevaba la muerte escrita en la cara. De los ojos hundidos rodeados de ojeras de panda se podía entrever una mirada suplicante. La nueva se había olvidado Julito.
—Por favor, Luis, dile a… —Se detuvo en seco. Parecía que estaba buscando un nombre que no le acudía— dile a alguien que no me dejen aquí solito.
Le ayudé a vestirse. Llamé casa y dije que pusieran un cubierto más que llevaba a un invitado.
Gracias, Manuel, por participar con este relato en el homenaje a Charles Dickens y Cuento de Navidad. Y, por supuesto, un placer conocer tus letras. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarEntrañable relato de Navidad, donde lo mejor que tenemos como seres humanos surge con fuerza. Mucha ternura en tu creación creo que es un excelente aporte al reto de este mes. SAludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasar y por tu reflexión. Un abrazo.
EliminarMuy dulce y muy emotivo. Estupendo cuento de Navidad, Manuel. Felicidades.
ResponderEliminarGracias por comentarlo que alegro de que endulzara el momento. Un abrazo.
Eliminar¡Bravo!! "que no me dejen aquí solito" es en esencia lo que queremos todos. Absolutamente conmovedor.
ResponderEliminarPrimera vez que leo algo tuyo. Espero que sean muchas más.
Muy Feliz Navidad
EliminarGracias, Juana, ese grito callado da sentido a la Navidad. Espero que hayas contenido la lagrimita. Un abrazo.
Gracias, Juana, ese grito callado da sentido a la Navidad. Espero que hayas contenido la lagrimita. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Manuel! Creo que es la primera vez que te leo.
ResponderEliminarEl niño de tu cuento solo hace una breve aparición casi al final. No se necesita más, pues la imagen es tan potente que habla por sí misma, y la tragedia (es una tragedia), no hay que apretarla demasiado para que no pierda su eficacia. Así que me ha encantado que dejes a nuestra imaginación, la de tus lectores, el probable final del pobre niño desahuciado.
Sin embargo, el cuento tiene un final feliz.
También me gusta que hayas puesto nombre al niño, y titularlo el relato con él, esto hace que Julito sea el epicentro de la historia, quedando casi a la sombra el sujeto relator (humildad y generosidad)
La estructura de las frase cortas y fácticas durante el recorrido del centro son eficaces, contrastan con el final tan emotivo.
Felicidades, Manuel, me gusta tu trabajo.
Muchísimas gracias, Tara, tus palabras son miel para mis oídos y tu crítica ha hecho que no quepa en mí de alegría. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarComo no puedo date un abrazo de agradecimiento (físicamente) recíbelo vía este comentario.
Otro fuerte abrazo para ti, Manuel.
EliminarMe he emocionado al leer tu cuento Manuel, porque formo parte de una entidad social que vive de cerca la desdicha de los demás y sé de sobra como se sienten los niños cuando vienen a recoger sus regalos, la felicidad se ve en sus rostros, cuanto más si un niño se queda solo en fechas tan señaladas. Me gustó mucho y sobre todo el final. Me vi reflejada.
ResponderEliminarU. Abrazo y felices fiestas
Gracias, Nuria de Espinosa, por tus reflexiones. Creo que todos desearíamos poder hacer algo tan humano y sencillo a la vez: ayudar a alguien (no precisamente por ser Navidad) y enhorabuena por du dedicación los más necesitados y los niños en concreto.
EliminarAdoro La Sagrada Biblia, y en Hebreos 13, 2 recordamos:
ResponderEliminar"No os olvidéis de la hospitalidad, pues por ella, algunos sin saberlo, hospedaron ángeles" Tu escritura del niño con "ojeras de panda" [una imagen sobrecogedora y adecuadamente escogida] me recordó la cita veterotestamentaria que escribo al inicio de esta reflexión.
¡Un Acierto Navideño!
By The Way!!!!!!!!: F e l i c e s F i e s t a s .
Agradecido, Han el Portovwntolero, porque hayas encontrado una conexión de mis palabras con ese magnífico texto.
EliminarEmotivo y dulce cuento, amigo , me ha gustado mucho , un abrazo
ResponderEliminarYa decía aquel que lo bueno si breve, dos veces bueno. Tu comentario lo refleja al milímetro. Muchas gracias, querida o querido "Desconocido" por tu tiempo y tu reflexión.
EliminarHola, Manuel. Un cuento muy emotivo y duro. Menos mal que en esa noche la esperanza aparece. Qué duro la soledad de esos niños en esos centros. Me ha gustado mucho. Felicidades. Saludos y suerte en el concurso.
ResponderEliminarGracias, Mayte, cierto, la soledad es funesta y la delo niños, peor. Lástima que estas cosas solo florezcan en fechas donde todos deberíamos de ser felices. Vosotros soy mi premio en los comentarios que hacéis.
EliminarUna lástima que incluso en esas fechas en las que se supone que el espíritu navideño se enseñorea entre los humanos, haya quien no se apiade de los más necesitados de amor y compañía.
ResponderEliminarUn bello y triste cuento con un final esperanzador.
Un abrazo.
EliminarGracias, Juana, ese grito callado da sentido a la Navidad. Espero que hayas contenido la lagrimita. Un abrazo.
Gracias por tus comentarios reales (por desgracia). Un placer leerte.
ResponderEliminarHola Manuel , un relato muy emotivo
ResponderEliminarpero con un final esperanzador , gracias a dios
que no se quedo solo en el centro , te deseo mucha suerte
en este relato del tintero de oro , saludos de flor.
Manuel Serrano 7 de diciembre de 2021, 17:51
EliminarGracias, Flor, por tus deseos. Un abrazo,
Gracias, Flor, por tus deseos. Un abrazo,
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarImpactante el símil de ojos de panda, por el contraste de que si no fuera por la situación, podría se gracioso.
ResponderEliminarEl mundo es injusto, el niño solo (de momento), y al prota le toca dos veces la loteria.
Saludos y suerte
Gracias por comentarios y la reflexión, Gabiliante. Un abrazo.
EliminarUn relato duro pero muy bien llevado a término. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, por tu opinión.
EliminarLa soledad en términos generales siempre es difícil. En Navidad es cruel. Y en Navidad y para un niño es despiadada. Propuesta de alta intensidad dramática que relatas con una pasmosa naturalidad con la que conectas con el lector. ¡Mucha suerte Manuel!
ResponderEliminarGracias, Matilde, me alegra que lo encuentres atractivo. Un abrazo.
ResponderEliminarUn cuento muy emotivo y en pocas palabras has contado el espíritu navideño. Un cuento que me hace recordar a las familias que van a las residencias a llevar a sus abuelos a casa por Navidad. Siempre se quedan muchos sin poder llevarlos por sus enfermedades. Suerte en el Tintero. Un abrazo.
ResponderEliminarCerebro que te haya sugerido algo (aunque no sea felicidad). Muchas gracias por tus palabras y te envío un abrazo libre de virus.
EliminarManuel, creo que es la primera vez que tengo la oportunidad de leer uno de tus relatos, y este goza de una gran intensidad emocional que gestionas progresivamente de principio a fin de la historia. Bien recreada la soledad que transmiten las estancias del inmueble y la ronda del narrador por ellas. El niño reúne todos los ingredientes para que la tristeza nos embargue. Me ha gustado tu trabajo.
ResponderEliminarSuerte en el tintero, un abrazo.
Moltes gràcies, Carles (muchas gracias, Carles). Sí, es la primera vez que me acerco a estos lares, pero con buena acogida que he tenido, creo que no será la única. Agradezco tu comentario y las observaciones que has realizado así como tu tiempo.
EliminarUna braçada (un abrazo).
Parte el corazon tu relato. La felicidad decembrina contrasta con el ambiente serio y a veces lugubre de un pabellon hospitalario en donde hay infantes enfermos o muriendo. Muy apropiado el relato a la epoca y reto del Tintero.
ResponderEliminarMe ha encantado
Muchas gracias, Jose, me alegro de que te haya gustado. Muy ciertas tus observaciones. Un abrazo.
EliminarUn relato muy bueno, Manuel. Desde el principio, recreas ese ambiente solitario y triste del hospital en unas fechas en las que, al contrario de como la viven esos niños, deberían de poder disfrutarse, felizmente, en buena compañía. Al final, sin embargo, ese toque esperanzador llega en el mejor momento y deja a quién te lee con la certeza de que la Navidad, pese a todo, sacarará lo mejor de las personas, aún cuando todo parezca perdido. Además, la narración permite que tu historia se lea de manera ágil. Enhorabuena por el trabajo.
ResponderEliminar¡Un saludo y suerte en el Tintero!
Muchas gracias, Ulises, no sé cómo quedaré en el tintero, pero sin duda comentarios como el tuyo hace que valga la pena escribir. Un abrazo.
Eliminar¡Qué relato tan tierno! Después del frío que se siente por el vacío y la tristeza de un hospital de niños, me ha emocionado ese gesto del final tan humano y solidario.
ResponderEliminar¡Felicidades y suerte en el Tintero!
Manuel Serrano
Eliminar11 de diciembre de 2021, 16:49
Me alegro de que te haya emocionado. Un abrazo y muchas gracias por tus palabras. Un abrazo. Pili, Pilar, Mari o Pilar, o todos juntos.
Me alegro de que te haya emocionado. Un abrazo y muchas gracias por tus palabras. Un abrazo. Pili, Pilar, Mari o Pilar, o todos juntos.
ResponderEliminarY es que estas fiestas no son como para pasarlas solo. La familia y el calor de las buenas personas le dan sentido a todo.
ResponderEliminarUn saludo.
Manuel Serrano
Eliminar12 de diciembre de 2021, 19:45
Gracias por tus comentarios, Francisco. Un abrazo.
Gracias por tus comentarios, Francisco. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Manuel. Un cuento muy entrañable, a pesar del trasfondo tan triste. Me gustó mucho la narración, y esa tensión que envuelve el relato antes de que apareciera el pobre niño.
ResponderEliminarMucha suerte y un abrazo!
Manuel Serrano
Eliminar12 de diciembre de 2021, 19:53
Gracias, Pepe., me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
Gracias, Pepe., me alegro que te haya gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, Manuel, nos has traído un relato, que en principio parecía ser de terror fantasmagórico, pero resultó ser el más conmovedor y tierno. La figura de Julito está tan bien lograda, que empatizamos con él de inmediato.
ResponderEliminarSaludos y suerte en el concurso.
Manuel Serrano
Eliminar13 de diciembre de 2021, 7:49
Muchas gracias, Cynthia, me alegro de que te haya sugerido una emoción, por tu tiempo y tus palabras. Un abrazo.
Muchas gracias, Cynthia, me alegro de que te haya sugerido una emoción, por tu tiempo y tus palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarCon una enorme ternura. Ese niño cautiva.
ResponderEliminarUn abrazo
Manuel Serrano
Eliminar13 de diciembre de 2021, 16:40
Gracias, Maripaz. Me alegro de que te haya llamado la atención mi Luisito.
Gracias, Maripaz. Me alegro de que te haya llamado la atención mi Luisito.
ResponderEliminarManuel, el final de tu relato me ha roto el corazón, pero me ha encantado. Nadie con un corazón que simplemente lata seria incapaz dejar a Julito solo en la que podría ser facilmente su ultima Navidad. Además, seria cosa del destino pero, a Sonia se le tenía que olvidar mover los papeles de Julito para que ese celador pudiera realizar esa allción tan bonita y enriquecer su alma. Un saludo!
ResponderEliminarMe alegro de que haya gustado y siento que tengas el corazón roto, espero que se te arregle pronto porque si no... Gracias por tus palabras y por interpretar las confabulaciones que se necesitan para que las cosas salgan bien.
EliminarHola, Manuel. Un relato corto pero muy intenso. Muy difícil de asimilar. Agridulce a causa de ese niño que seguramente pasará las mejores fiestas de su vida, fiestas que pueden ser las últimas de su vida.
ResponderEliminarTe deseo mucha suerte en el concurso.
Un saludo.
Gracias por tus comentarios, Bruno, menos mal que nos queda la Navidad para ser empáticos.
EliminarHola Manuel. Desde el primer momento se palpa la tristeza de los niños desamparados, algunos enfermos incluso, que en estas fechas vuelven a sus hogares junto con sus familias. La aparición de Julio conmueve al protagonista y también a los lectores, pues vemos en él la imagen desvalida de quien más necesita de los demás. Un relato muy emotivo. Mucha suerte en el Tintero.
ResponderEliminarGracias, Jorge. Me alegro de que te haya motivado. Estoy más que satisfecho con los comentarios como el tuyo.
EliminarUn abrazo.
Hola, Manuel. Triste historia que demuestra que sin buenos sentimientos la Navidad solo es un escaparate lleno de luces y excesos, pero sin trastienda ni fondo. Saludos y suerte. 🎅🏼🖐🏼
ResponderEliminarGracias, JM, por lo menos nos quedan los buenos sentimientos en estas fechas. Cuando pasen, ya veremos. Gracias por comentar.
EliminarHola, Manu. Me has sorprendido muy gratamente con tu singular versión del clásico "siente un pobre a su mesa". La imagen del niño suplicante en ese pasillo solitario impresiona y conmueve.
ResponderEliminarSuerte en El Tintero.
Saludos cordiales.
Gracias, Paco, me alegro que te haya impresionado Julito y su soledad. Un abrazo.
EliminarHola, Manuel. Me ha gustado la historia , la ambientación y ese final , con la aparición de Julito, seco y duro como una puñalada pero con un halo de esperanza, me impactó. Saludos y suerte en el concurso.
ResponderEliminarGracias por tus letras, Pedro, me alegro de que te haya hecho pensar en la maldad y la bondad de estas fechas. Un abrazo.
EliminarHola, Manuel: Tu relato es muy conmovedor, La situación es extrema: un niño enfermo deSIDA, solo en el hospicio, pidiendo cobijo, como la familia de Belén, Un llamado a la actitud amorosa hacia la necesidad ajena: ese es el Espíritu de la Navidad.
ResponderEliminarFeliz navidad para vos.
Un relato triste y emotivo, cargado de sensibilidad que hace reflexionar y con un final feliz .
ResponderEliminarMe gustó como narraste todos las escenas.
Un abrazo Manuel
Puri
Puri
Gracias, Pura, me alegro de que te haya movido sentimientos. Si el final no fuera feliz, no estaríamos Navidad.
EliminarHola Manuel , un relato que toca la fibra como deben hacer todos, pero este en particular conmueve por lo sencillo de la forma pero lo eficaz de la narrativa y de la historia. Enhorabuena, felices fiestas y suerte en el tintero¡¡
ResponderEliminarMuchas gracias, Mik, por tus comentarios y deseos. Me alegro de qu ese haya conmovido mi Julito. No he podido contestar antes porque el blog me ha estado dando problemas.
EliminarManuel, un cuento muy emotivo, la soledad es un cáncer que te carcome y en un niño es pura desolación. Enhorabuena por el cuento.
ResponderEliminarUn abrazo, felices fiestas y suerte.
Gracias, Ángel, por tus comentarios. Es cierto, considero como tú que la soledad es una grandísima enemiga de la vida. Un abrazo.
EliminarJulito podrá disfrutar de una cena de navidad, que buen corazón hacer buenas acciones. Con la muerte nunca se sabe, y quizás ocurra un milagro. Abrazos virtuales y saludos desde Venezuela.
ResponderEliminarGracias, Perlas Navarritas, a ver si hay suerte y el próximo año Julito se va con una familia antes de cierren el centro. Otro abrazo transoceánico desde Valencia (España).
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