viernes, 25 de febrero de 2022

REFLEXIONES PARA UNA MAÑANA DE VIERNES



Nadie en su sano juicio podía pensar que el Gran Oso dormido, nostálgico de poder, borracho de amor patrio, iba a ser capaz de dejar pasar la oportunidad de hacer valer su fuerza.

Cada cierto tiempo las armas de una y otra parte tienen que salir a pasear para beneficio de los distintos países fabricantes. Rusia no se detendrá hasta que esa rica (sí, intereses geopolíticos, estratégicos y económicos son los motores de esta barbarie) región sea un nuevo cáncer en la marcha de la todo poderosa Rusia.

Antes de que cayera el muro teníamos una Guerra Fría, ahora varias decenas de años después tenemos una Guerra Caliente. Esto no parará mientras las consecuencias de la lejana Segunda Guerra Mundial no queden en el olvido.

Y lo peor no es que los soldados (que para eso están) vayan a pegar tiros y que los militares de alta gradación (como el vodka que trasiegan, perdón quería decir, graduación) dispongan quiénes tienen que luchar, eso sí, desde sus despachos y a miles de kilómetros… lo peor son las víctimas civiles, los ancianos que no van a querer dejar sus casas, las viudas, los niños que vivirán el terror de las bombas de aquellos que no hace tanto eran sus hermanos.

Y mientras tanto, la comunidad internacional, y la inútil ONU, creada para que no volviera a haber una guerra (me refiero a la Primera) y regida por los más belicosos y asesinos de siempre (rusos y norteamericanos) diciendo lo que la maestra a los niños del colegio «No seáis malos».

También es cierto que esta barbarie nos queda más cerca de casa y eso nos preocupa. También es cierto que las consecuencias económicas y sociales las pagaremos todos porque lo buitres que se hacen ricos con los conflictos bélicos ya se han preparado para tener sus reservas llenas y venderlas a precio de oro.

¿Qué ocurriría se boicoteáramos a los productos provenientes de Rusia? ¿Qué ocurriría si dejáramos de consumir combustibles, como hicimos con el confinamiento, y demostráramos otra vez que otra forma de protesta es posible?

Terminemos con una media sonrisa:

En un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme ocurrió lo siguiente:

Un hombre grande y fuerte estaba dándole una paliza a un niño. Un señor que pasaba por allí se acercó y le dijo:

—Oiga no haga eso, ¿no ve que es pequeño?

—¿Y a usted qué le importa?

—¡A que no es capaz de darle otro tortazo? —dijo el buen samaritano.

Y el hombretón le metió otro golpe que dejó temblando al pobre niño. Se encaró con el hombre y le dijo:

—¿Y qué pasa?

El buen samaritano lo miró enfadado y volvió a retarlo. El bruto no dudo de a pegarle al pobre niño y a encararse con el hombre. Pasado un cuarto de hora de repeticiones se resolvió el conflicto:

—Vale ya está bien que va a matar al niño.

Pon nombres al agresor, al niño y al meto-me-en-todo.


miércoles, 23 de febrero de 2022

DEMASIADA TELEVISIÓN



Ayer encontré un bolso abierto con bastante dinero dentro. Miré hacia todos los lados. No había nadie. Me agaché. Había un montón de billetes 200 euros enfajados. Una maravilla. Mi imaginación voló pensando en todo lo que podía comprarme. Pero, no sé por qué, se me ocurrió que podía ser el botín de unos ladrones y que me encontrarían y me matarían. Y si no eran ellos, la policía los podría haber marcado y llevarían un chip de localización. También podía proceder de dinero sucio, dinero de las drogas, dinero lavado. En ese caso, casi peor. Recordé aquello de la corbata colombiana y me vi la lengua aparecer por el corte de mi garganta.

Otra opción podría ser dinero de un secuestro. Seguro que en cuento intentara llevármelo me caerían encima y que acabaría en la cárcel.

Decidí no tocarlo. Me levanté y cuando iba a marcharme apareció un hombre arrastrando un carrito lleno de trastos, cogió el bolso y lo echó encima de todo y se marchó


.

martes, 15 de febrero de 2022

LA PREFERIDA



 

Llegó al hotel en el que ejercían las mejores chicas de la ciudad.

—¿Paloma?

—Está ocupada. Pase y tómese algo, invita la casa.

Dos gin tonic después apareció Paloma. 

Fueron juntos a la habitación. Se quitó la chaqueta, se soltó la corbata, se libró de los zapatos y aflojó el cinturón del pantalón.

—¿Lo de siempre, Pascual?

—Sí, por favor —contestó con ansiedad.

Y charlaron como amigos durante una hora.



miércoles, 9 de febrero de 2022

LA TRAICIÓN

  

 

Mediante el grupo de Whassap se reunieron en una cantina cercana. La cerraron solo para. María Magdalena tuvo que hacer las gestiones y dar un adelanto para que así fuera.

Pasaron nota para que cada uno se apuntara para cenar. Podían elegir entre filete de Kobe a la naranja y lubina a la sal.

La mayoría eligió la lubina para ayudar al bueno de Pedro.

A la hora convenida fueron acudiendo. En total eran trece. Más María y otra mujer. Cenaron con agrado. No faltó la Coca-Cola, la cerveza, el agua con gas, la gaseosa y el vino. A los postres se levantó Jesús a hacerles uno de sus discursitos. Judas sacó el móvil. No lo dejaba nunca. Andrés que estaba a su lado le dio un codazo. Levantó la cabeza y siguió escuchando. Cuando acabó la cena pasaron la cuenta. Sin saber por qué a Jesús se la pagaron entre todos. Utilizaron Bizum. Es más cómodo.

Lo que sabríamos más tarde es que el imbécil de Judas mandaba todo por audio a los romanos. También fue él quien envió la localización cuando lo detuvieron en el Monte de los Olivos,

Nada de esto habría pasado si hubiera un inhibidor de frecuencia en el pueblo.



martes, 1 de febrero de 2022

ÚNICO TESTIGO

—¿Está usted seguro?

            —Seguro.

            —Bien, cuéntemelo otra vez.

            —¿Otra vez?

            —Si, otra vez.

            —Está bien. Serían las cuatro de la mañana. Me desperté para ir al baño. El de mi habitación está estropeado y tuve que ir al de la planta baja. Entonces oí cómo se rompía un cristal y voces, creo que cuatro o cinco, cuchicheaban. Me dio miedo. Me encerré el bañó y busqué algo para defenderme. Solo tenía la escobilla. La así como un hacha. Temía que entrar, pero no entraron. Oí ruidos arriba. Mis hijas gritaban. Después el silencio. Oí a mi mujer pelear a gritos con ellos. Al final volvió el silencio. Al poco rato salieron los malhechores y yo subí a las habitaciones. Toda mi familia estaba muerta.

            —Bien, ahora cuéntemelo otra vez y procure que el número de malhechores sea el mismo y que su arma siga siendo la escobilla del váter. Ya no me vele la lima de uñas ni la laca ni la esponja de sus hijas.