Llegó al hotel en el que ejercían las mejores chicas de la ciudad.
—¿Paloma?
—Está ocupada. Pase y tómese algo, invita la casa.
Dos gin tonic después apareció Paloma.
Fueron juntos a la habitación. Se quitó la chaqueta, se soltó la corbata, se libró de los zapatos y aflojó el cinturón del pantalón.
—¿Lo de siempre, Pascual?
—Sí, por favor —contestó con ansiedad.
Y charlaron como amigos durante una hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario