Cuando volvía a casa se encerraba en su habitación. Llevaba casi dos meses con esa rutina callada. La primera vez que su madre intentó consolarlo, le dijo que era por una chica y la sacó de la habitación de malos modos. No se atrevía preguntarle. Le oía llorar y se le rompía el alma. Luego, tras un buen rato, salía con los ojos enrojecidos. Se sentaba a cenar en silencio. Hasta aquel fatídico día en el que, ya sin él, descubrimos la verdad.
jueves, 27 de enero de 2022
LA VERDAD
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